jueves, 15 de marzo de 2012

VARIOS DOCUMENTOS CURIOSOS SOBRE NUESTRA SEMANA SANTA.

Durante estos días se celebra el quinario en honor del Señor de la Humildad.  En nuestro tiempo la suya es una de las cofradías señeras de nuestra Semana Santa, tanto en número de hermanos como en devociones.  Baste como botón de muestra la masiva afluencia que durante estos días hay en los cultos cuaresmales.  La iglesia del Hospital rebosa de fieles y devotos que se acercan a los pies del Humilde a rezar. 
Antiguamente era costumbre dar a cada hermano de las cofradías una “patente” que servía para acreditar que esa persona pertenecía a la hermandad.  Aquí muestro una de ellas, de la del Señor de la Humildad, fechada en 1924 y que perteneció a Francisco Morales Delgado, propietario de la fábrica de aceites Santa Elena y de la banca Morales.



Como es lógico, nuestra Semana Santa ha pasado períodos de crisis, tiempos en los que un puñado de hermanos, llevados por el inmenso amor a la tradición y a las creencias más profundas han tirado del carro sin reparar en peligros, apuros económicos, amenazas o prohibiciones.
La época de la Segunda República fue aciaga para la religión católica.  Aunque la Constitución de diciembre de 1931 asegura la libertad de culto, ésta se vio gravemente limitada por leyes como la de Congregaciones, de Defensa de la República, etc., que obligaban a autorización gubernamental para todo tipo de actividad religiosa de orden externo.  Incluso se tuvo que pedir permiso gubernativo para reunirse a celebrar cabildo de las cofradías o para las juntas de los cuarteles.  Estas autorizaciones se delegaban en el Alcalde.  Aunque no es cierto que el gobierno republicano prohibiera taxativamente las procesiones, la autoridad, por razones de orden público, podía no autorizar este tipo de manifestaciones religiosas.  Si a eso unimos un clima de animosidad y manifiesta inseguridad no controlada (incluso, desgraciadamente, alentada por ciertos sectores del gobierno sobre todo a partir de la victoria del Frente Popular en 1936), tenemos un panorama en el que las cofradías se vieron obligadas a no salir.
Como he dicho, en esos tiempos de adversidad siempre hay hermanos que mantienen el espíritu de la tradición, que, pese a las prohibiciones, mantienen  viva la ilusión y la devoción.  A esas personas debemos un homenaje.  En estos documentos que me ha facilitado Gonzalo Reina podemos palpar el ambiente que se vivía en 1936, poco antes del estallido de la guerra civil.  En ellos se puede observar cómo una cofradía (del Humilde en este caso) o corporación (Los Apóstoles) tenían que pedir autorización para llevar a cabo sus juntas.






Como colofón, teniendo en cuenta que también se celebran estos días los cultos en honor del Señor de la Columna, añado este documento firmado por Francisco de Paula Ortega Montilla.  Este señor, cofrade de varias de las hermandades de la época, fue asesinado en julio de 1936 junto a su mujer (María Vergara) por defender sus creencias religiosas.  Un triste e injusto final para una pareja que gastó la fortuna familiar en ayudar a los más desfavorecidos.


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