sábado, 16 de octubre de 2010

LA FLOR DE MANILA. LA HABANERA QUE VINO DE FILIPINAS


(Dedicado a Javier Velasco Carvajal)


Puente Genil es lugar de confluencia de culturas desde tiempo inmemorial.  Quizás el hecho de haber nacido en la frontera entre los dominios cristianos y musulmanes en la época de la Reconquista ha marcado a los naturales del lugar.  Todos los grandes hechos –en el ámbito local- acaecidos en este pueblo tienen una alta dosis de ideas o culturas importadas.  Así, desde la misma creación del núcleo poblacional, formado por doce familias de la confianza de D. Gonzalo Yáñez Dovinal, pasando por figuras como Lemoniez, Ricardo Ortega, Miguel Gant o, más recientemente, Germán Sanchís o Tomás Ureña, la venida de personas con ideas nuevas nos ha sacado del  cierto halo de chovinismo –“porrinismo”, dirían algunos- que se ha instalado como tópico de la España de pandereta.
            Siempre ha sido motivo de estudio el hecho -que podríamos denominar raro- de que, en el terreno musical, se han implantado en el acervo folclórico pontanés músicas ajenas a nuestro entorno.  Es el caso de la habanera, canción de marineros y gentes de mar y, por ende, de poblaciones situadas en la costa.  La venida de personas procedentes de lugares tan dispares como la zona levantina (caso de Miguel Gant que vino de Valencia) o ultramar (el mítico Maestro Medina, compositor de la Diana y primer director oficial que tuvo la banda municipal de Puente Genil, vino de La Habana según cuentan las fuentes apócrifas) debió ser el germen que introdujo en nuestro repertorio este tipo de música.  Tanto es así que, a finales del XIX, La Puente contaba con un importante repertorio de habaneras.  Esas músicas, transmitidas de boca en boca en unos tiempos en los que eran impensables la radio, las fotocopias o las grabaciones sonoras, se cantaban tanto en Carnaval como en las distintas celebraciones de las corporaciones bíblicas (fuera del marco de Cuaresma o Semana Santa).  Y es ese carácter de transmisión oral el que pone en peligro la pervivencia de elementos folclóricos.
            La etapa comprendida entre la última década del XIX y la Guerra Civil es la más rica en cuanto a composiciones del tipo habanera.  Animados por el certamen de estudiantinas que, que sepamos, se celebraba desde medidos de los noventa del Diecinueve y que se instituyó como concurso, según relata Baldomero Giménez en su revista El Aviso, en el Teatro Circo desde 1915, compositores de letras y músicas tuvieron una etapa de esplendor.  Fueron figuras destacadas los conocidísimos Miguel Romero y Manuel Rey (letras) y Miguel Gant y Antonio Palomero (músicas).  La Guerra Civil supuso un freno para estas composiciones y para el Carnaval.  La transmisión oral hizo que muchas fueran cayendo en el olvido.
            En la década de 1940 dos músicos, Jesús Gant Pineda y José Arcos Cosano, se dedicaron a transcribir todas esas coplas y canciones populares que el tiempo había ido borrando.  Hicieron un trabajo recopilatorio al que denominaron “Del folclore pontanés”.  Todo el conjunto de partituras (que incluyen acompañamiento de piano e instrumentos de pulso y púa) fue conservado por Enriqueta Arcos, hija de José Arcos Cosano.  En 1986 se propuso para pregonero de la Semana Santa a la Schola Cantorum Santa Cecilia.  Los textos fueron elaborados por Juan Rodríguez Bachot y Javier Velasco Carvajal.  Este último, pariente de los Arcos, se puso en contacto con Enriqueta para intentar recuperar algunas de las coplas compuestas por su padre.  Generosamente, regaló a Javier un baúl lleno de partituras.  Entre otras, estaban todas las que componían aquel viejo estudio de los años cuarenta.  El conjunto de habaneras y valses es impresionante.  No por su calidad, mediocre en la mayoría de los casos, sino porque refleja el ambiente musical de la época referida.  Entre las composiciones que lo forman están las de Romero y Gant.  Algunas no son sino adaptaciones de canciones de la época.  Tal es el caso de “Subiendo van las tropas españolas”, que es una adaptación de la famosa “Las golondrinas” original de Méjico.  Cuando, en 1994, Rafael Sánchez, Javier Velasco y Carlos Delgado comenzamos el proyecto de recuperación de esas viejas composiciones, nos llamó la atención una preciosa melodía que se denominaba “Sampaguita”.  Estaba con las de Romero y Gant.  En aquella primera toma de contacto no encontramos letra.  Por eso, con la buena fe de creer que era una habanera compuesta por esos dos autores y cuya poesía había desaparecido, pensamos que había que incluirla en el concierto que, patrocinado por Amigos de Puente Genil, habría de ser la semilla que floreciera en forma de grabación discográfica sobre las coplas del antiguo Carnaval.  Le pusimos una letra basada en los mismos “tópicos” de la época en que fue compuesta: la nostalgia, el amor perdido, el recuerdo de España desde ultramar y viceversa, …
Paseando por los jardines
donde crecen las sampaguitas,
voy llorando las viejas cuitas
de su aroma en un loco amor.
Corre el aire entre las palmeras
con arrullos de tierra extraña.
¡Son los sones de España
que está presente
siempre en mi corazón!...
Sabor de beso tierno de habanera
yo llevo en el alma,
y un límpido anhelo,
cariño eterno, labios de cielo
donde probé el aroma
fresco y fragante
de aquella linda flor.
Que arome con su olor,
allá, en España,
la primavera;
que aquí, en La Habana,
la sampaguita
es el perfume de mi amor.

Con esta letra se grabó en el disco “Fantasía de Carnaval” (1998).  Posteriormente, cuando preparábamos la adaptación que de la zarzuela de José Segundo Jiménez y Palomero “La romería de San Marcos” hicimos Rafael Sánchez (música) y Carlos Delgado (guión), encontramos un gastado papel en el que José Arcos había escrito la letra de esta preciosa habanera.  Aunque había pocos cambios en la acentuación rítmica, era esclarecedora de algo que desconocíamos: que la sampaguita es de la familia del jazmín y la flor típica de Filipinas.
            Investigaciones posteriores nos llevaron a descubrir muchas cosas más de esta habanera: que es una de las canciones más famosas en nuestras antiguas colonias del Pacífico, que se utiliza incluso en los cambios de guardia en el palacio presidencial de Malacañag, en Manila.  Y, por supuesto, descubrimos sus autores: la música es de la compositora Dolores Paterno.  Según cuentan, esta señora era sonámbula y compuso la melodía durmiendo en uno de sus sueños animados.  Las letras (pues tiene varias como a continuación veremos) son del general Antonio Luna, del militar Maximino Hizon y del famoso tenor filipino D. Leopoldo Brías.  El título original castellano era “La flor de Manila”, que fue traducido al tagalo como “Sampaguita”.  Es una habanera quiapense, compuesta sobre 1890.  Sus letras dicen lo siguiente:

Sampaguita gentil que halagas
con tu aroma mi filipina,
sampaguita flor peregrina
¡ay!, que en tus trenzas bordando estás.
Tú que en breve collar prendida
dulce besas su ardiente seno,
quien pudiera de amor lleno, 
flor venturosa tú,
y cual tú y gozar.
Dichosa tú que al perfumar el viento
tu aroma y su aliento
confúndense al par.
Dichosa tú que en lánguido embeleso 
darle ha acostumbrado un beso,
su boca inquieta llena de afán.
Flor de las flores, 
tesoro hermoso de hondos amores.
¡Ay quien pudiera,
flor pura, por verte así,
así cual tú y gozar!

II
[ De Manila flor hechicera,
de ella encanto y envidia mía,
sampaguita feliz que un día
ay!, prenda fuiste de mi pasión.
Si de dicha y pasión tus hojas
marchitarse en su seno viste,
juzga cuanto mi pecho triste
de celos viéndote, ay!, sufrió.]

Ay ve a calmar
a este pecho que se agita,
feliz sampaguita,
más feliz que yo.
Ve a acariciar
con tu halago su cabello,
corre a ceñir su cuello
mientras de gloria
muero de amor.
Flor peregrina
que adora tanto
la filipina,
ay quien pudiera,
flor pura, por verte así,
así cual tú y morir .



            Esta es la historia, a grandes rasgos, de una preciosa habanera que ni era de Puente Genil, ni de Cuba, ni de Romero y Gant, ni de autor pontano alguno, pero que el pueblo, como un trozo más de ese rompecabezas hecho por mil culturas, la convirtió en algo tan nuestro como el río Genil, las campanas de Jesús Nazareno o Castillo Anzur.
            De la composición ofrecemos la partitura con las letras originales, la partitura que transcribieron Gant y Arcos, así como varias versiones de su interpretación: la que hace el grupo Nostalgias en sus serenatas; la que, con arreglos de Javier Velasco, grabó la Cuarentuna de Córdoba en 2009 y una del álbum Nostalgia Filipina, interpretada por Guillermo Gómez-Rivera.










Sampaguita cantada con la letra original

Sampaguita Cuarentuna, 2009

Sampaguita Grupo Nostalgias, 2004

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