Cuando llegan los días finales de julio celebramos una efeméride cultural bastante significativa para Puente Genil: la inauguración del Teatro Circo. La oficial fue el 25 de julio de 1902, día de Santiago. Pero antes se habían producido una serie de acontecimientos culturales y festivos para dar mayor boato e importancia a este hecho, sin precedentes en un pueblo de provincias.
La afición pontana al teatro es inmemorial. Y va unida a unos lugares en los que representar las funciones. Todos los historiadores locales, desde Aguilar y Cano / Pérez de Siles hasta José Segundo Jiménez, han hecho referencia a los distintos teatros que hubo en La Puente a lo largo del tiempo. Pero los datos que podríamos llamar fidedignos parten del siglo XIX, ligados a la figura de uno de los filántropos y políticos que han pasado por estos lares. Me refiero a Agustín Álvarez de Sotomayor Domínguez que en la época de Fernando VII construyó su propio teatro en la calle Ancha, 11, actual vivienda de D. Francisco Chacón Cabello (en su parte trasera, a la cual se accede desde la calle Guerrero). Esta sala de representaciones (o parte de ella) estuvo en pie hasta los años ochenta de la pasada centuria, aunque convertido en almacén de abonos. El local pasó después, según parece, a D. Joaquín Borrego Ruiz. Incluso tenemos referencias de un documento en el que este señor junto a otros hizo un préstamo para poder afrontar los gastos del mismo. Era para representaciones de aficionados en el que hicieron sus primeros pinitos como autores personajes de la talla de Antonio Aguilar y Cano, con su obrita “Una limosna, por Dios”.
Pero en el último tercio del XIX es cuando comienza la verdadera explosión de las representaciones profesionales. En 1881 abrió el Teatro Cervantes, que estaba situado en la calle Baena y cuyo propietario era D. Bernardino Cabello. Funcionó hasta 1893. En junio de 1884 D. Pedro Granados pide autorización para construir un teatro de verano en la parte final del Paseo de la Plaza Nacional. Téngase en cuenta que esa zona no fue ocupada por dependencias de La Alianza hasta 1914 ó 1915, fecha de construcción de las oficinas que todavía podemos ver al final del Paseo (en la portada de piedra de las mismas pone la fecha 1916; por tanto, se empezarían a construir 1 ó 2 años antes). El desnivel entre la entrada a la fábrica y el paseo serviría de lugar en el que colocar la grada, suponemos. En 1888 los señores D. Rafael Rivas Pérez y D. Manuel Solís Cantos solicitan el arrendamiento de un trozo de terreno en el Paseo de la Plaza Nacional para construir un teatro de verano al que llamaron Teatro Circo de Rivas y Solís. Fue en esta sala en la que se llevaron a cabo las representaciones que celebraron la inauguración de la luz eléctrica: El postillón de la Rioja y Marina. Desapareció al arder sus instalaciones.
El 3 de septiembre de 1901 comenzó la construcción de un nuevo coliseo, que se situó entre las calles de Jesús y La Huerta. El promotor, proyectista y constructor fue Rodrigo García Luque, autor, entre otros, del edificio del actual Casino Pontanés (construido en 1897). Las obras finalizaron el 22 de junio de 1902, fecha en que (según recogen las Efemérides Pontanenses, de D. Baldomero Giménez) le fue ofrecido un primer banquete a Rodrigo García. Según cuenta Miguel Romero en su crónica en El Defensor de Córdoba del 23 de julio de 1902, el 22 de julio se celebró en el patio del teatro otro banquete al que asistieron autoridades, personas de edad y figuras de la talla de Manuel Reina y José Contreras. En el relato de Romero se inserta el poema que el poeta y escritor Leopoldo Parejo leyó.
La inauguración oficial del escenario se produjo el día de Santiago. Se representaron El barquillero (Chapí - López Silva - Jackson), La Mariguana y La marcha de Cádiz (Chapí - Valverde, de la zarzuela Cádiz), por la compañía de D. Eugenio P. Pamplona. Ofrezco a continuación el recorte de prensa del periódico El Defensor de Córdoba, también de Miguel Romero. En esta crónica aparece un poema de José de Siles, periodista y literato natural de Puente Genil cuya labor se desarrolló entre el último tercio del XIX y primera década del XX (falleció en 1911). Este autor es uno de los grandes olvidados de las letras locales, pues alcanzó en su época una fama equiparable (en mi opinión) a la que en la actualidad pueden tener periodistas de la talla de Ussía o Antonio Burgos, con una prosa jocosa – irónica y poesía epigramática y costumbrista.
No entro en detalles constructivos o artísticos del nuevo teatro que, como se puede leer en las crónicas de Romero, fue llamado Teatro Circo El Imperial. Este edificio es una parte importantísima de nuestra cultura. En mi opinión, merece un estudio serio y formal que deje constancia de su importancia y de las miles de anécdotas, circunstancias y vivencias que el mismo encierra. Quizás sea el momento de acometer el reto de poner en valor histórico un edificio lleno de leyenda y que, indudablemente, nos fascina a todos los que amamos el arte y la cultura.
Bibliografía consultada:
- Giménez Luque, Baldomero. Efemérides Pontanenses, Puente Genil, 1916. Imp de Baldomero Giménez.
- Jiménez Rodríguez, José S., Episodios Locales Pontanos: Puente Genil en la época de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina de Hasburgo. Col. Anzur, nº XXXIV. Puente Genil, 2002. Artegrafía Gallegos.
- Romero Carmona, Miguel. Artículos varios en el Defensor de Córdoba del 23 de julio y 5 de agosto de 1902.
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