miércoles, 11 de mayo de 2011

LA ONOMÁSTICA DEL REY.



             Hace unos días vi, en el foro de Puente Genil que hay establecido en internet, entre otras muchas, una foto de un acto en el Romeral.  Por no aventurarme a errar en mis comentarios, pues la foto la tenía documentada desde hace algunos meses, no quise contestar al amigo que la colgó.  Ahora, tras consultar los archivos y refrescar la memoria, quiero explicar cuándo y por qué se tomó esa instantánea.
                Para empezar, habría que decir que la misma es de febrero de 1924.  Y comienzo diciendo la fecha porque ese dato explica todo lo demás.  Es la época en que estaba dando sus primeros pasos la Dictadura o Directorio Militar del general Miguel Primo de Rivera,  Marqués de Estella que, cuando ocupaba el cargo de capitán general de la Región Militar de Cataluña, dio un golpe de estado con el beneplácito se S.M. D. Alfonso XIII, el 13 de septiembre de 1923.
                Entre las ideas de Primo de Rivera para regenerar la vida económica, política y social de España estaba la de convertir nuestra nación en una especie de gran cuartel militar.  Así, cinco semanas después del golpe de Estado, el Directorio Militar instituyó la figura del delegado gubernativo para asistir a la Dictadura en su labor regeneradora de la vida nacional, destruir las redes caciquiles locales e impulsar «en los pueblos las corrientes de una nueva vida ciudadana».  Elegidos entre jefes y capitanes del Ejército, los delegados gubernativos fueron puestos bajo mando directo de los gobernadores civiles, cargos estos, a su vez, ocupados por generales desde el comienzo de la Dictadura y dependientes del subsecretario de Gobernación y número dos del régimen, el general Severiano Martínez Anido. Las directrices de Primo de Rivera y Martínez Anido a los oficiales denotan que desde un principio se combinó el intento de destruir las viejas redes políticas locales con un ambicioso plan de «educación ciudadana». Así, los delegados recibieron órdenes de desmantelar los ayuntamientos y perseguir a los caciques, pero también se les asignó la creación del Somatén, grupos de Exploradores, asociaciones gimnásticas y sociedades culturales para hombres y mujeres en las localidades que tenían bajo su jurisdicción. Los delegados, además, tenían la obligación de intentar disminuir las tasas de analfabetismo y organizar «conferencias patrióticas» en las que se promovieran las virtudes y tradiciones de la raza hispana, el deber de defender a la patria, la veneración al Jefe del Estado, el respeto a la autoridad, el amor a la naturaleza y la obligación de pagar impuestos.  En toda esta «misión educativa» encaminada a fortalecer «el alma y el cuerpo del ciudadano» se recomendaba a los Delegados recabar la colaboración de «maestros, sacerdotes, médicos y hombres buenos y cultos».  Decidido a que la acción de los oficiales llegara hasta el último rincón del país, Primo de Rivera asignó un delegado gubernativo a cada partido judicial y, a principios de diciembre de 1923, un total de 523 delegados estaban repartidos por toda España.  La efectividad de los delegados en la destrucción de las viejas redes políticas está fuera de toda duda, en lo que respecta a la labor «educativa» de los militares encontramos más sombras que luces. Para transmitir a los ciudadanos la idea oficial de España, los delegados utilizaron las mismas técnicas pedagógicas que en el cuartel, combinando teoría y práctica. De una parte, los Delegados organizaron en sus partidos judiciales las denominadas «conferencias patrióticas», actos propagandísticos en los que se explicaba el concepto de España, las «grandezas» de su pasado imperial y su inminente resurgir de la mano del «caudillo» nacional. De un modo complementario, los oficiales se mostraron muy activos en la promoción de celebraciones patrióticas, como la Fiesta de la Raza, la Fiesta de la bendición de la bandera del Somatén o la Fiesta del Árbol, con las que se pretendía integrar de un modo participativo al conjunto de la población en rituales nacionalistas.
                Todo lo explicado viene a cuento porque esta última idea, la de promocionar las fiestas de carácter patriótico, es lo que refleja la foto que comentamos.  La exaltación del Jefe del Estado, el rey Alfonso XIII, se llevaba a cabo, de entre otras maneras, celebrando solemnemente su onomástica.  Ese día en Puente Genil se combinó el acto de exaltación a la enseña nacional, la bandera roja y gualda, con el homenaje al rey.  Para ello, el Delegado Gubernamental decidió que en el paseo de El Romeral se izara una gran bandera de España en honor de su Majestad.
                Al acto asistieron, además del pueblo en masa, las autoridades locales: el alcalde, D. Hipólito Reina Padilla; el juez municipal, D. Fernando Cortés Gálvez; el capitán de la Guardia Civil, D. Julián Acedo Hernández y el párroco regente de la Purificación, D. Juan Lucena.  El acto estuvo presidido por el delegado gubernamental, que era el capitán del arma de Caballería D. Francisco Corrales Gallego.  La foto, aunque de no demasiada calidad, nos muestra el instante en el que un soldado iza la bandera mientras los capitanes Corrales y Acedo hacen el primer tiempo del saludo militar y las demás autoridades están en posición de firme.   Tras estas autoridades se puede atisbar a los miembros de la banda municipal (que en esa época dirigía Jesús Gant Pineda) en lo que debía de ser la interpretación de la Marcha real.
                Aparte del acto en sí, podemos ver un Romeral muy distinto al que recordamos en las últimas décadas.  Así, debido al desnivel que existe entre la acera de la derecha y la que pega con la calle Horno, había un muro de piedra con barandillas del mismo estilo que las del paseo del río.   Este paredón producía (o al menos en la foto así lo parece) un efecto óptico de un gran desnivel entre ambos lados del paseo.
                Según cuenta Luque Estrada, en cuya obra Puente Genil, 82 años de historia: 1900 - 1982 aparece la foto, el paseo del Romeral se construyó en 1921, cuando era alcalde D. Antonio Romero Jiménez (de ahí su nombre).  En mayo de 1950 se inauguró la reforma que hizo que desapareciera el muro y se convirtiera en un paseo con varios niveles ajardinados, configuración que, grosso modo, se conserva en la actualidad, aunque desde esa época hay sido sometido a varias reformas.
                La fotografía que hemos comentado apareció publicada en la revista Mundo Gráfico, Revista Popular Ilustrada, de fecha 6 de febrero de 1924.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Giménez Luque, Baldomero.  Revista El Aviso.  Puente Genil, 1924.  Imp. La Estrella, nº de febrero de 1924.
Luque Estrada, F., Puente Genil 82 años de historia: 1900 – 1982.  Puente Genil, 1989.  Gráficas Soyma, págs..223 y sigu.
Mundo Gráfico.  Revista ilustrada, Madrid, 1924.  Ejemplar del 6 de febrero de 1924, p. 18
Ubieto, Reglá, Jover, Seco.  Introducción a la historia de España.  Barcelona, 1986, Ed. Teide.

1 comentario:

  1. Gracias Carlos por tu labor. Todo un lujo. Además al añadir la Bibliografía consultada nos permites ahondar en el tema.

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