viernes, 24 de febrero de 2012

UN MIÉRCOLES SANTO DE HACE OCHENTA Y TANTOS AÑOS

               La Semana Santa de Puente Genil, por su especial y diferente modo de celebrarse, ha atraído a los más variopintos personajes del mundo de la cultura que buscaban un motivo de estudio (caso de Caro Baroja con la antropología o el anglo hindú Deben Bhattacharya con la saeta cuartelera), inspiración poética (Eroles) o, simplemente, el hecho diferenciador.  Estas mismas razones han propiciado que nuestra Semana Santa “diera que hablar” y fuera protagonista de artículos periodísticos desde finales del siglo XIX.  Hace algunos años, Santiago Reina publicó uno en el que recogía la narración que de nuestra Fiesta hacía Rodolfo Gil.
                Sería una labor interesante poder recuperar cuantas publicaciones hay repartidas a lo largo y ancho de esos mundos de Dios sobre nuestra Semana Mayor.  Por suerte, la aparición de Internet y la digitalización de las hemerotecas públicas nos han hecho un gran favor.  Así, hoy día cualquiera puede acceder de forma rápida y gratuita a información que tan solo hace cinco años era casi imposible conseguir.
                Rebuscando en esos archivos virtuales, encontré un interesante artículo aparecido en el diario El Imparcial, en 1928, en el que se relataba el Miércoles Santo de esa época, es decir, hace ochenta y cuatro años.  Concretamente, la crónica está fechada el 5 de abril de 1928.  Su autor es Sabino A. Micón, crítico de cine y director que, por aquellos años, escribía asiduamente en este y otros periódicos sus críticas cinematográficas.  Atraído por la fama de nuestra Semana Santa llegó a Puente Genil un poco asustado por aquellas leyendas negras que siempre la rodearon (sobre todo en la época de pre guerra civil). 
La lectura del artículo nos puede llevar a engaño en cuanto a los datos históricos y artísticos (dice que el Señor de la Humildad era obra de Martínez Montañés, mito que circuló durante mucho tiempo).  También es curioso comprobar la disposición y número de las corporaciones que desfilaban junto a los pasos.  Pero prefiero dejar al lector que disfrute de este relato en el que un curioso forastero encuentra lo que verdaderamente significa para el pontano su Semana Santa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario